La educación médica en México tiene carencias importantes en el terreno de la salud sexual y reproductiva, ofreciendo en los planes de estudio un enfoque alejado del reconocimiento de los derechos sexuales y reproductivos, donde se incluyen aspectos tan relevantes como : el derecho a decidir de la mujer a elegir : cuándo ser madre, qué método anticonceptivo es más adecuado a su estilo de vida, la autonomía reproductiva, el respeto y el derecho a un buen trato en los servicios médicos, etc.
Este enfoque integral de la salud no aparece en la educación médica que carece de opciones que capaciten a al futuro personal médico y sanitario (personal de enfermería, auxiliares…) en modelos holísticos que incluyan además el uso de tecnologías seguras y eficaces , así como una gama de servicios que respondan a las necesidades de las mujeres.
Esta situación refleja la escasa vinculación entra la educación médica y las políticas públicas en salud sexual y reproductiva, junto con una formación ética en el respeto a los derechos en salud, tiene efectos constatados por los elevados índices de violencia obstétrica, embarazos no deseados o la falta de acceso a la interrupción voluntaria de embarazo en las circunstancias que este es legal según los distintos estados.
Según académicas de la Escuela Nacional de Enfermería y Obstetricia de la UNAM, miles de mujeres en México son víctimas de malos tratos, agresiones verbales y físicas en la labor de parto. Además existen malas prácticas en la información y asesoramiento anticonceptivo dirigido a jóvenes así como el estigma y la obstaculización en el derecho a la interrupción legal de embarazo en los casos que quedan establecidos en la ley.
Esta realidad unida a la falta de políticas públicas eficaces, así como leyes altamente restrictivas con el derecho al aborto que criminalizan su práctica, hace que México sea uno de los países con el índice más alto en embarazos adolescentes de la OCDE, donde la violencia sexual es un grabe problema de salud pública y donde se violan los derechos humanos.
Las mujeres sufren cotidianamente violencia obstétrica, una forma de violencia institucional en el ámbito de la atención al embarazo, parto y posparto. Negligencias que no son casos aislados sino que son un patrón que se reproduce por una gran parte del personal sanitario.
Ante esta realidad aplicar el enfoque de la salud sexual y reproductiva desde la óptica de los derechos en la capacitación del personal de los servicios de salud, es una necesidad que no está siendo atendida. Según la Asociación Mexicana de Facultades y Escuelas de Medicina, la educación médica debe contribuir a mejorar la calidad de la atención que se ofrece en el país y a elevar el bienestar de la población.
Sin embargo, desde esta asociación, responsable en vigilar la calidad educativa médica que se ofrece en las universidades mexicanas, poco se ha hecho para que la formación hacia el personal médico esté acorde a los estándares internacionales y a las necesidades sociales y las políticas públicas en salud.
Desde las organizaciones defensoras de los derechos sexuales y reproductivos, se han realizado distintas propuestas para mejorar la educación médica en el ámbito de la salud de la mujer , que parten de la crítica a un modelo educativo que mantiene un sesgo masculino tanto en las ciencias biomédicas como en la práctica de la medicina. Dichas propuestas tratan de superar una visión centrada en la reproducción para abordar la salud de la mujer desde un enfoque multidisciplinar que englobe toda la problemática que puede afectar a las mujeres a lo largo de su ciclo vital.
Algunos ejemplos de estas propuestas serían: incorporar nuevas áreas temáticas, como los estudios de género y la perspectiva multicultural; crear asignaturas optativas, cursos interdisciplinarios y currículos integrados; o introducir herramientas didácticas que favorezcan un aprendizaje más activo en el campo de la salud sexual y reproductiva.
En este sentido, se propone la inclusión de nuevos enfoques para abordar la sexualidad y la reproducción, ampliar los espacios curriculares para incorporar temas como el aborto, la consejería en sexualidad y anticoncepción, los derechos sexuales y reproductivos, la violencia sexual o la sexualidad adolescente entre otros.
La inclusión de estas propuestas, tanto en la orientación como en la estructura de los planes de estudios, debería ser una realidad ya que el éxito de los programas y políticas institucionales en el área de la salud sexual y reproductiva de la mujer no depende sólo de contar con mayores recursos y mejores leyes, un elemento fundamental es la calidad de los servicios médicos que atienden a las mujeres. Calidad que está ligada en buena medida a las deficiencias existentes en la educación médica en México.