En México conviven distintas legislaciones en torno al aborto, desde entidades donde existe una fuerte restricción y criminalización en su acceso, incluso en los supuestos que son legales. Hasta el aborto como derecho, dentro de las doce primeras semanas de gestación, como es el caso de Ciudad de México.
La legalización del aborto en Ciudad de México hace más de diez años (en 2007), ha provocado una mayor apertura respecto a este tema, derribándose algunos de los mitos que rodeaban esta práctica. Convirtiéndolo en un aspecto esencial en la agenda publica gracias a los movimientos en defensa de los derechos sexuales y reproductivos.
Sin embargo aún el aborto sigue viéndose como algo malo, algo anormal, un hecho traumático y peligroso. Rodeado de un fuerte estigma y vivido en muchas ocasiones con vergüenza, por las mujeres que deciden recurrir a la interrupción voluntaria de un embarazo.
¿Qué alimenta el estigma en torno al aborto?
El estigma en torno al aborto se alimenta de los tabús y la desinformación que siguen propagándose socialmente sobre el aborto. Esto refuerza determinados estereotipos que rodean a las mujeres que abortan, a las personas profesionales sanitarios y a la propia práctica del aborto.
De esta forma nos encontramos opiniones en tono a las mujeres que abortan, que las consideran promiscuas, egoístas, irresponsables, etc. También se estigmatiza al personal sanitario que trabajan en los servicios de aborto o a las personas que apoyan activamente el derecho al aborto. Calificativos como asesinos o que están en contra de la vida suelen ser lanzados contras toda persona que defiende el derecho de las mujeres a servicios de aborto seguro y legal.
Las consecuencias de esta estigmatización y criminalización del aborto, son la desinformación, la ignorancia , el miedo y el silencio, lo que provoca que en muchos sectores e la población se siga considerando el aborto como algo “no natural” e “inmoral. Lo que justifica las leyes restrictivas que limitan el acceso a servicios de aborto legal y seguro, provocando que mujeres que quieran interrumpir un embarazo no deseado deban recurrir a alternativas inseguras y clandestinas que ponen en riesgo su vida y su salud.
Frente a esto, se hace cada vez más necesario desmontar el estigma en torno al aborto, a través de campañas de información que contribuyan a normalizar el aborto como una práctica médica necesaria para asegurar el cumplimiento de los derechos de salud sexual y reproductiva.