La lactancia materna es una opción muy personal, si bien la madre recibe presiones del exterior que le pueden condicionar en su toma de decisiones. En este post queremos ofrecer los argumentos de partidarios/as y detractores/as de la lactancia, teniendo siempre en cuenta que es la madre quien debe decidir sobre su propio cuerpo y que esta decisión debe ser respetada. Cualquier opción es válida. Lo importante desde el feminismo es apoyar a las mujeres en un momento tan importante. Todas las mujeres somos diversas, vivimos diferentes circunstancias y el resto debemos acompañar a la madre en su decisión, desde la empatía y el respeto, no desde la crítica.
Lactancia materna prolongada. La Organización Mundial de la Salud recomienda la lactancia materna en exclusiva hasta los 6 meses, acompañada de alimentos complementarios o lactancia mixta a partir de este periodo, pero manteniéndola hasta los 2 años. Quienes defienden la crianza con apego sostienen que los vínculos físicos con el bebé serán mayores de esta manera, el sistema inmunológico de la criatura se verá más reforzado, previendo futuras enfermedades y su salud por lo tanto será mayor. En la mujer se evita la diabetes gestacional, se acelera la pérdida de peso y se refuerzan los lazos con el/la bebé. En algunas mujeres resulta placentero psicológicamente. Dependiendo de la mujer, hay quien la prefiere a extraer la leche mediante un “sacaleches”. El hecho de comprar leche artificial (además de por la peor composición de la misma), del mismo modo que lavar biberones, hervir la leche, etc. Incluso se considera que hay un mercado detrás de ello. Del mismo modo que en otras épocas históricas había “amas de cría” empobrecidas que daban de mamar a l*s hij*s de clase alta, ahora la tendencia en alza son los grupos de crianza y ligas de la leche, existiendo redes organizadas y doulas que ayudan a las mujeres que eligen esta opción. Y, de nuevo según el caso, el pecho a demanda es defendido por quienes consideran que el cuerpo de el/la bebé sabe cuándo necesita comer. Otra práctica de la crianza con apego es el colecho. Puede practicarse sólo durante los primeros meses de vida o durante años. Permite a la criatura dormir con sus padres y lactar cuando lo desee, reforzando el vínculo y la cercanía con madre/padre. El/la bebé se siente querid*. Sus deseos son satisfechos. De la misma manera, el porteo (cargar al bebé mediante telas, ropas o lazos preparados para ajustar al niñ* al cuerpo) facilita que sea cómodo llevarl* y, en el caso de la madre, darle el pecho. Es importante favorecer el porteo del padre (cuando lo haya) ya que, como no puede dar de mamar, ha de reforzar sus vínculos con la criatura.
Lactancia materna limitada, mixta o biberón. Las mujeres que ven con reservas la lactancia materna prolongada no debaten tanto los beneficios para la salud física del bebé (que parecen irrefutables). Podríamos dividir sus argumentos en tres grandes grupos: salud de la mujer, corresponsabilidad de los hombres y desarrollo psico-emocional del bebé. En cuanto a salud de la mujer, algunas mujeres refieren dolor físico al tratar de dar el pecho. Pueden sufrir mastitis o no resultarles agradable. Posiblemente la lactancia pudiera aportarles a largo plazo algún beneficio físico para ellas, o podrían recibir asesoramiento sobre posturas… pero pensando en ellas, el dolor es demasiado insoportable. Sobre la salud emocional, no reportan ese placer psicológico que otras sienten, y aquí llegamos al segundo argumento. La falta de tiempo propio por la no corresponsabilidad de los padres. Es posible fomentar la corresponsabilidad de los hombres con la lactancia prolongada, sí. Pero en algunos casos, las mujeres verbalizan la dificultad de lograr que sus parejas masculinas se impliquen en el cuidado. Por ejemplo, a la hora de que se levanten por las noches a calmar al bebé. En estos casos ellas opinan que el vínculo físico con la criatura se generará más fácilmente si el padre le da la leche materna a través de un biberón, o el hombre portea (el/la bebé huele más habitualmente al padre y él porteará más si la mujer no da el pecho). Asimismo, la salud emocional de la mujer mejora al tener más tiempo para ella misma, lo que repercute en su propia sexualidad (recuperación del tiempo para su propio cuerpo sin la disponibilidad que requiere el pecho a demanda). Y por último, hay personas que opinan que la lactancia materna muy prolongada es contraproducente para el desarrollo del bebé. No aprende la tolerancia a la frustración. Consideran que, sobre todo a partir de cierta edad, la criatura debe aprender que no todos sus deseos pueden ser satisfechos. Se le quiere, se le atiende, pero no hay tiempo para estar pendiente de él 24 horas. Sobre todo, si va a ser la mujer quien lo haga en exclusiva.
Lo que seguro está en desuso es el método Estivill, el otro extremo, que deja al bebé desatendid*, desoyendo sus lloros para que aprenda a dormirse sólo. Importantes investigaciones científicas en el campo de la psicología apuntan que este método provocará pesadillas en la vida adulta.
En cualquier caso, hay que respetar la decisión de todas las mujeres. Desde las personas que defienden activamente una de las posturas, hasta l@s profesionales de la medicina, que en ocasiones ponen dificultades tanto para seguir con el pecho a demanda como para cortar la leche. Se trata de adaptarse a las circunstancias particulares de cada caso.