El vaginismo se puede definir como la contracción involuntaria y persistente de los músculos perineales del tercio externo de la vagina frente a la penetración. Esto sucede especialmente cuando se percibe como ajena, ya sea de un pene, un juguete, dedos, tampones o en una revisión ginecológica (espéculos, exploración, etc.). Hay que diferenciarla de la dispareunia, porque mientras en esta segunda el dolor se debe a factores patológicos, en el vaginismo la contracción es auto-provocada. Frecuentemente, se debe a factores socio-psicológicos.
El vaginismo puede ser primario, lo que significa que siempre ha existido, o secundario, empieza a existir a partir de algún fenómeno que la ha provocado, antes sí había penetración sin contracción, no dolorosa.
Para descartar que se trate de dispareunia, se debe acudir a un/a profesional. Pero muchas veces no se realiza esta visita hasta que se quiere una relación sexual con penetración, por ejemplo porque la persona quiere tener hijos/as. Teme la relación sexual dolorosa. También puede suceder que la mujer quiera superar el miedo a la penetración porque tenga que realizarse obligatoriamente una revisión ginecológica por alguna infección o enfermedad de transmisión sexual (no todas se contraen con el coito).
Hay que destacar que la sexualidad puede ser muy satisfactoria sin la penetración (incluso sin la intervención de los genitales) y una de las buenas prácticas de las/los profesionales de la sexología es enseñar a las personas con vaginismo un mundo de posibilidades más allá del coito.
Otras de las prácticas clínicas es mostrar que la vagina es un músculo flexible y usar la desensibilización sistemática, esto es, proponer que la mujer se exponga gradualmente a penetraciones de mayor tamaño (que no tienen por qué incluir una pareja, de hecho hacerlo sola libera de la presión que muchas veces nos auto-imponemos). A menudo por una experiencia negativa y dolorosa en el pasado (la primera vez introduciendo el tampón, un primer coito doloroso con algún amante inexperto, abusos sexuales, etc.), pensamos que la vagina es estrecha. O que las primeras veces siempre duelen. Con el uso de lubricantes adecuados y los propios dedos, la mujer puede ir conociendo su vulva y acariciándose. Un espejo para mirar nuestra vagina nos ayudará a conocerla y apreciarla mejor. Con el tiempo, si quiere, se sentirá preparada para introducir cada vez objetos con un tamaño mayor de penetración. En tiendas eróticas especializadas en mujeres venden dilatadores de silicona en diferentes tamaños. Pero siempre ha de querer hacerlo, estar relajada y nunca sentirse obligada. Existen muchas parejas que mejoran su sexualidad al incluir prácticas no genitales y no coitales. También es cierto que si alguna de estas parejas es heterosexual y quiere tener hijos de manera biológica o, como hemos comentado antes, la mujer debe someterse a exploración, debe acudir a terapia sexual. Los resultados en tratamiento del vaginismo son muy positivos.
Si se acude en pareja a la terapia, la otra parte suele mostrarse bastante comprensiva y paciente. Disfrutar de las otras prácticas sexuales resulta enriquecedor. El proceso es lento y progresivo. Se puede empezar simplemente por introducir una falange de los dedos, después un tampón, etc. Lo que sí es importante es no hacerlo por otra persona, sino por una misma. Empezar a solas y luego, si queremos, con alguien más, pero nunca porque una pareja nos fuerce. A veces se confunde la falta de deseo con no querer relaciones con penetración. Podemos excitarnos de otras formas: caricias, besos, sexo oral, la estimulación del clítoris. Si hemos perdido el deseo por nuestra pareja porque nos fuerza a la penetración, entonces tal vez tenemos que plantearnos buscar otra pareja.
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