El nombre de eyaculación precoz está siendo sustituido en consulta por el de insatisfacción con el tiempo de eyaculación. De hecho, en la quinta edición del DSM (Manual Diagnóstico de Trastornos) se especifica que sólo existe disfunción si esto supone un malestar para la persona o para la pareja. Además ha de producirse no de manera esporádica sino reiterada en el tiempo. Aunque han concretado y han establecido un rango de duración inferior a 1 minuto, puede haber relaciones sexuales que no requieran de penetración o que sean satisfactorias con esta duración.
Las estadísticas del Informe Kinsey de 1948 sobre el Comportamiento Sexual del Hombre, arrojaban que el 75% de los varones eyaculaban en el lapso de tiempo inferior a 2 minutos. El Informe Kinsey de 1953 sobre las mujeres no mencionaba que fuera una preocupación para ellas. Sin embargo, según este recién publicado DSM V, más del 20% de los varones entre 18 y 70 están preocupados por la rapidez con la que eyaculan.
Un estudio en la Universidad de Pensilvania dirigido por Jenay Guardiani y Eric Corty preguntó a 50 integrantes de la Sociedad para la Terapia y la Investigación Sexual (personal médico, psicológico, terapeutas, etc. que habían tenido pacientes en terapia) sobre la duración ideal del coito. La respuesta fue que entre 7 y 13 minutos. Un coito demasiado breve sería aquel que durase menos de 2 minutos, uno adecuado entre 3 y 7 minutos y si duraba de 10 a 30 minutos era considerado demasiado largo.
Sí es cierto que en consulta ellas cada vez manifiestan sentirse “menos deseadas” frente a los problemas sexuales de los varones. Y es que, mayoritariamente en parejas largas, el deseo en las mujeres muchas veces pasa a ser secundario o de tipo II, es decir, se presenta tras la estimulación y la excitación (no sólo con ver a su pareja), y es más difícil que sean ellas las que lleven la iniciativa.
¿Qué causas puede haber detrás de la falta de deseo, la insatisfacción con el tiempo de eyaculación o la disfunción eréctil?
Problemas orgánicos.
Problemas de tiroides, problemas hormonales (deficiencia de testosterona o exceso de prolactina), el proceso de abstinencia y el propio consumo de drogas, alcohol y tabaquismo, prostatitis, infecciones urinarias, colesterol, diabetes, obesidad mórbida, depresión y consumo de ciertos fármacos como pueden ser los anti-depresivos.
Problemas psicológicos y socio-culturales.
El sistema nervioso parasimpático es el encargado de la respuesta cerebral sexual. Sin embargo, se ve paralizado cuando se activa el sistema nervioso simpático, encargado de la respuesta ante los miedos. Así, los temores por “no dar la talla, no durar lo suficiente, correrse antes de tiempo, etc., bloquearán la respuesta sexual. Dependiendo de lo avanzado de la disfunción, se producirá en la erección (disfunción eréctil) o en la eyaculación. Estas disfunciones también pueden estar relacionadas con una práctica en la masturbación concreta, como puede ser una velocidad excesiva por el miedo a ser “pillados” en la adolescencia.
Como recordaba la sexóloga Francisca Molero (directora del Institut Clinic de Sexología de Barcelona y del Instituto Iberoamericano de Sexología) en una reciente entrevista a el País, existen otras disfunciones relacionadas con el tiempo de eyaculación: “Generalmente, las mujeres necesitan más tiempo para llegar al orgasmo que los hombres, pero últimamente empezamos a ver cada vez más casos en los que ellos tardan mucho en eyacular o no lo hacen. Aunque también puede ocurrir lo que se conoce como eyaculación retrógrada, cuando no sale fuera sino que se va a la vejiga, pero esto ocurre en personas operadas de cáncer de próstata.”
Sobre la eyaculación retardada, la experta la relacionó con el miedo al compromiso y, de nuevo, con una práctica masturbatoria determinada, como puede ser la viendo pornografía, con lo cual la práctica sexual en pareja (con ritmos más pausados, un estímulo menos fuerte y otra persona de la que estar pendiente) resulta más dificultosa.
En cualquier caso, las soluciones siempre pasan por acudir a profesionales, ya sean de la medicina (causas orgánicas) o de la terapia sexual y/o de pareja (causas psicológicas o socio-culturales).