En México, uno de cada quince embarazos es de adolescentes. Una cifra que no logra disminuirse y que pone de manifiesto que las políticas públicas para reducir los embarazos adolescentes no están siendo efectivas.
Un 31,2% de jóvenes inician su vida sexual entre los 15 y los 19 años. De estos, un 56% de mujeres se enfrentan a un embarazo no deseado.
La consecuencia de los embarazos en chicas muy jóvenes tienen que ver no sólo con aspectos físicos en relación a que su cuerpo no está preparado para un embarazo en edades tan tempranas. También tiene consecuencias psicosociales en relación al acceso a educación y oportunidades laborales.
Si hablamos de las consecuencias físicas del embarazo en adolescentes, debemos señalar varios riesgos en su salud como son:
Pero las consecuencias no solo son físicas, las chicas adolescentes que se enfrentan a un embarazo no deseado se enfrentan también a un futuro incierto con una mayor vulnerabilidad en sus oportunidades vitales.
El embarazo adolescente incide más en mujeres jóvenes que están en la escuela lo que provoca abandonos tempranos y unas perspectivas laborales muy inciertas. Además su incidencia en población con pocos recursos, hace que estas jóvenes se conviertan en una población mucho más vulnerable a la precariedad vital.